miércoles, 20 de mayo de 2015

A veces es mejor tener paz que la razón



Leí lo siguientes en una revista : “La madrastra es frecuentemente el miembro de la familia que es afectado por  decisiones en las cuales ella no tiene nada que ver. Esta es la realidad en una familia ensamblada y una de las razones por lo cual ser madrastra puede ser tan difícil. Una cosa es vivir con las consecuencias de tus propias decisiones pero otra muy diferente es tener que lidiar con las consecuencias de las decisiones que otros han hecho.

Tener un esposo que entiendas esto, y que toma los sentimientos de su esposa en consideración, es la diferencia entre tener un matrimonio feliz o dramático”.

Ahora, si sigues leyendo estas líneas es porque sabes de lo que te estoy hablando. A veces tenemos sentimientos encontrados, queremos apoyar a nuestra pareja pero al mismo tiempo eso significa que tenemos que aceptar y lidiar con las decisiones en las que nosotras no estuvimos involucradas o incluso ni siquiera se pidió nuestra opinión, o más aún, en decisiones que ni siquiera estamos de acuerdo.

Recientemente tuve un encuentro difícil con mi esposo debido a una situación de este tipo. Estuvimos disgustados casi dos días, pero una vez resuelto el asunto puedo afirmar que nuestra relación se fortaleció así como nuestro ánimo y compromiso para seguir adelante.

Quisiera compartir contigo lo que hicimos, esperando que si te encuentras en una situación similar, estos consejos puedan ayudarte.

Externar la molestia.

Tomé lápiz y papel y escribí lo que más me molestaba de la situación, después se la di a leer. Y fue muy breve porque me di cuenta que lo que me molestaba era más bien lo que yo sentía respecto al conflicto, no el conflicto en si. Lo que me molestaba era fácil de arreglar, lo que era difícil de arreglar era mi enojo, y entonces entendí que la única que puede controlarlo o desaparecerlo era yo, con una simple decisión:


Deshazte de tu verdadero enemigo.

Revisa cómo está tu ego. ¿No será éste el que está ocasionándote problemas? El querer que tu voluntad sea la que cuente sin importar nada más puede ser muy parecido a lo que te está molestando cuando viene de otras personas. No permitas que sea el ego el que manipule la situación, tu relación, tu paz interior; tu bienestar y el de tu familia está por encima.  Eso déjaselo a quienes necesitan tener reflectores.


Ponte en los zapatos de tu pareja unos minutos.

Recuerda que él, al igual que tú es padre, tiene los mismos sentimientos que tú tienes por tus hijos, le duele lo mismo que a ti te duele y su deseo es verlos felices y en paz.; él hará, al igual que tú, todo lo posible por evitarles conflictos y si eso significa ceder a decisiones, al igual que tú lo harías, él lo hará. Hay padres y madres que no les importa lo mal que puedan verse ante sus hijos con tal de sentir poder y tener  la última palabra, si él no es de esos, estás con el que vale la pena. No hay nada más admirable que un buen padre que protege a sus hijos sin importar de quien, si estás con un buen padre, estás con un buen hombre.

Escoge lo mejor para ti.

Como siempre digo, no estamos solos, a veces la carga se siente pesada y nos olvidamos que Dios está con nosotros, pídele que te ilumine, y verás que si dejas que te guíe, te llevará a una paz interior. Elige siempre lo que te haga bien a ti, escoge la paz, quita con amor el conflicto de tu vida, sin resentimiento, al contrario, velo como una batalla ganada contra el ego y contra cualquier mala intención. Recuerda, a veces es mejor tener paz, que razón.
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Trabajo en equipo.


Todo este proceso tiene que ser vivido en pareja, no puede ser trabajo de uno solo, ambos deben estar en la misma sintonía y complicidad para que funcione. Entendamos que una familia ensamblada y reconstruida tiene la característica de tener una historia previa, donde no estábamos, por lo mismo, hay decisiones que no dependen de nosotros y eso no motivo de drama. Si nos damos cuenta, un conflicto es una oportunidad para demostrarnos la capacidad de amar, de ser flexibles, de aceptar y apoyarnos mutuamente, nos hace crecer en lo individual y como pareja. ¿Que no te acuerdas que esto es sólo para valientes?

Creado y escrito por R. María Aguijim